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Platícanos
cómo llegaste a México.
Cuando era niño
chiquito vivía en Cataluña, España. Mis papás
eran maestros y cuando las tropas franquistas estaban llegando cerca del
Ebro y los bombardeos en la capital eran cada dos horas, el gobierno republicano
decidió tratar de evacuar a los niños. Muchos tuvieron la
gran suerte de viajar aquí a México desde pequeños,
a otros los llevaron a Francia (les fue bastante mal), a otros los mandaron
a la Dominicana y a nosotros nos tocó ir a la URSS. Pedían
a los maestros que acompañaran a grupos de cien a doscientos alumnos
para cuidarlos y poder seguir dándoles clase a donde fueran. Mis
papás fueron allá y yo con ellos. Tuve la suerte de no separarme
de mi familia. Estando en la Unión Soviética, saliendo de
la guerra de civil española empieza la segunda guerra mundial en
julio de 1941. Nos evacúan en septiembre de donde estábamos,
una casa de niños serca de Moscú, a una región del
Volga, serca de Saratov, donde también llegó carca la avalancha
nazi. Por otro lado, como la ciudad de Leningrado fue sitiada, su Universidad
tuvo que ser evacuada y la llevaron a Saratov. En este momento yo había
terminado la décima clase que es la última de preparatoria
allá y logré ingresar a la Universidad de Leningrado en
Saratov, pero por falta de alimento empecé a tener temperatura
todas las tardes, signo inequívoco de un principio de tuberculosis.
Como pude, me regresé a la casa de niños (ya no era niño)
y con los cuidados de mis papás me salvé de esta emfermedad.
En 1945 afortunadamente terminó la guerra, en mayo, y ya para septiembre
estaba yo en la Universidad Lomonosov, en Moscú, después
de pasar por unos terribles exámenes de ingreso, junto con mi inseparable
amigo Emiliano Aparicio. Yo ya estaba perfectamente adaptado. Pasé
de catalán a ruso; era un ruso completo. En este tiempo quienes
comenzaron a tener problemas eran mis papás; ellos enseñaban
es español pero todos sus alumnos crecimos y se quedaron sin trabajo.
Fueron a hablar con la Cruz Roja Internacional y gracias a ella lograron
salir de la URSS, cosa que en esos tiempos era casi imposible. Y nos recibió
México, donde teníamos algunos familiares.
¿Qué
tan difícil te fue adaptarte a México?
Pues
al llegar mi único problema es que no pudiera estudiar matemáticas
después de tres semestres en la Universidad de Moscú. Mis
amigos me decían: vete a Ingeniería. Yo les decía:
me gusta la ingenierís pero quiero estudiar matemáticas.
Hasta que un maestro de física me dijo que existía una Facultad
de Ciencias en la que casi no había alumnos. Logré ver a
Don Alfonso Nápoles Gándara e inmediatamente me inscribieron
en el segundo año de matemáticas. Ahí felizmente
cambió mi vida. Desde entonces me volví totalmente mexicano.
¿Cómo
eran la UNAM y la Facultad cuando entraste?
Me
impactó lo amistoso del reducidísimo grupo de compañeros;
nos llevábamos muy bien. Estábamos en el Palacio de Minería.
El grupo era muy heterogéneo, el ingeniero Falcón de Gives,
el gran amigo y pintor Edgar Contreras, algunos profesores de otras escuelas
y los más decididos a divertirse con las matemáticas, Cárdenas
y yo.
¿Y
quienes eran tus maestros?
Tivimos
a Enrique Valle Flores en Complementos de Álgebra y Álgebra
Superior (primer y segundo año), y a Roberto Vázquez en
Análisis y Topología de conjuntos, a Don Alfonso en Cálculo
Vectorial y Geometría Diferencial. Y a los que tuvieron una influencia
definitiva en nuestra formación, Alberto Barajas y Guillermo Torres.
Aprendí más con Guillermo en un aparentemente inocente curso
de Ecuaciones diferenciales que en al resto de la carrera. Vimos Topología,
Análisis, mucha Álgebra, Variable Compleja y más.
Por otro lado, en este tiempo comenzaban a parecer los libros de Bourbaki
y claro, lo único que teníamos que hacer Cárdenas
y yo era pasearnos por las librerías y decir: "me das ese
librito de Théorie des Ensembles, este de Topologie, este otro
de Algébre Linéare... "y claro, después a estudiarlos.
Así también Bourbaki fue mi maestro.
Sabemos
que fuiste el primer doctorado en Ciudad Universitaria,¿cómo
fue eso?
De
casualidad. A principio de los cincuentas el profesor Lefschetz, que venía
con frecuencia al Instituto, supo que con Recillas yo había hecho
mi tesis de licenciatura con unos artículos de Chavaley y Zariski
y entonces me propuso un tema para doctorado. Como aquí no hubiera
sido posible hacer la tesis, el mismo profesor Lefschetz me consiguió
una beca para Princeton. Desgraciadamente debido al movimiento Macartista
de aquellos tiempos y por haber vivido en la Union Soviética no
se me permitió ir a Princeton. Entonces Guillermo Haro, director
de Astronomia, para quienes yo había hecho varias traducciones
del ruso, me concedió una beca de diez mil pesos con la que, después
de descontar tres mil y pico pesos del pasaje me permitió permanecer
en Francia, especíalmente en Clermont-Ferrand al lado del profesor
Pierre Samuel, unos cinco meses. Cuando regresé, ya con el problema
casi resuelto, me doctoré (después de terminarlo) en nuesta
Facultad. En el jurado: Lefschetz, Barajas, Nápoles, Torres y Recillas.
Era 1954 y acabábamos de pasarnos de Minería a la Ciudad
Universitaria. La Facultas de CIencias y el Instituto de Matemáticas
fuimos los primeros en pasarnos s C.U. en 1953. Es por esto que Don Nabor
Carrillo entonces Rector, me decía en broma " el doctor del
Pedregal".
¿Cómo
ha cambiado la Universidad en estos años?
Muchísimo.
Como el país, en población posiblemente haya crecido más
de la cuenta, pero si en calidad el país hubiera crecido como la
Universidad, seríamos totalmente primer mundista. En cuanto a las
matemáticas el cambio en poco más de medio siglo ha sido
extra-ordinario. El grupo matemático es ya bastante grande, es
sólido y de primera categoría. ¿Qué nos falta?
Atender mejor algunos de los problemas nacionales. Analfabetismo matemático,
enseñanza y aplicación de las matemáticas, etc. También
buscar mejores posiciones para los matemáticos que están
iniciando sus carreras. Creo que ya me estoy metiendo en líos...
Pues
ya te metiste... ¿qué opinas del SNI y esas cosas?
Para
decirles francamente, es algo completamente absurdo lo que estamos haciendo;
en vez de pagar bien y exigir "también bien", mucho,
si se quiere, lo que estamos logrando es caminar como burritos con una
zanahoria delante y "si quieres zanahoria camina como yo te digo".Y
muchas de las cosas que los matemáticas deberíamos atender
en grande, como por ejemplo la enseñanza en todos los niveles (subrayo
lo de todos), las estamos dejando a un lado. Ahora tenemos que hacer artículos
al por mayor y no "perder tiempo" en otras cosas. Muchosseguimos
"perdiendo" así el tiempo pero por desgracia cada vez
menos. Y al final quien sale perdiendo es el país. Creo que es
importante ir a donde necesitan matemáticos. Desde luego, sin permitir
que el grupo deje de estar en primera fila en cuanto a la investigación.
Sin ésta lo demás sería un fracaso. Pero no debe
ser la única labor de nuestro grupo.
¿Qué
recuerdos tienes de cuando dirigiste la Sociedad Matemática Mexicana?
En
aquellos tiempos la Sociedad era aun pequeña. Me tocaron el Congreso
de Xalapa - Veracruz - Antón Lizardo y el de Morelia en 61 y 63
respectivamente. Fuímos algo más de doscientos pues ya empezaban
a asistir los jóvenes. Rucerdo que cuando era yo alumno de tercer
año no puede participar en el Congreso de Mérida pues ¿cómo
un estudiante va ir a un congreso de señores matemáticos?
Las cosas cambiaron. Se empezó a dar mucha importancia a la participación
de alumnos y a las labores de difusión.
¿Qué
te gusta de las matemáticas?
Me
gusta mucho la Geometría. Definitivamente, soy geómetra
de corazón. ¿Por qué? Porque veo más las cosas.
Desde luego que sin la más abstracto del álgebra no se puede
ya hacer geometría. Sin embargo las ideas geométricas pueden
seguir conduciendo al Álgebra y al resto de las matemáticas.
¿Cuáles
han sido tus satisfacciones más grandes como matemático?
Bueno,
en primer lugar, mi labor en la Facultad de Ciencias y en el Instituto
de Matemáticas de nuestra Universidad. También en lo personal,
haber aportado algo a la matemática: curvas extrañas, variedades
algebraicas extrañas, inmersiones de variedades y algunas cositas
más. Pero lo que más me satisface es ver el progreso de
los demás, de todo el grupo matemático.
¿Qué
cosas te gustan además de las matemáticas?
El
deporte, la música... En deportes, de niño futbolito, después
en Rusia esquíes y patines en el invierno y natación en
verano. Después tenis y beisbol. Aquí en la Facultad hicimos
un gran equipo. "Los Incongruentes". Estaban Hugo Arizmendi,
Angel y Eduardo Carrillo, Miguel Lara, Juan Morales, El Chava, El Nica,
Islava, Tubilla y demás amigos. El nombre le iba.
¿Y
de la música?
De
instrumentos el violín pues lo estudié un poco. Una anécdota.
Al principio de la segunda guerra mundial en la casa de niños el
director de actividades musicales tuvo que ir al frente. Como yo era el
que "más sabía de notas" me hice cargo del coro.
Dirigí un tiempo un buen coro a cuatro voces. Me gustó muchísimo.
¿Cómo
ves el futuro de las matemáticas en México?
Muy
bien en cuanto a capacidad y calidad. Un poco difícil para nuestros
jóvenes matemáticos que con esto de los pilones y otras
hierbas la pasan mal. Quien tiene mucha antigüedad, mucho SNI y mucho
"paipas", "prides" o "recatis" y ya no tiene
que mantener a unos cuantos niños y pagar alquileres, etc., está
muy bien (más o menos), pero el que empieza, desde luego que no.
Hay que ver el número de buenos matemáticos aquí
formados que acaban en el extranjero o se ocupan de otras cosas. A los
jóvenes no basta con quererlos mucho y consentirlos. hay que darles
con qué vivir cuando empiezan.
¿Cómo
se da el binomio Cárdenas - Lluis que ha sido tan productivo?
Humberto
empezó matemáticas un par de años después
de lo normal pues primero estuvo en Química. Posiblemente le pareció
poco abstracto o era mucha lata manejar probetas y cosas de estas, no
sé. Yo, por otro lado, perdí dos años durante la
segunda guerra mundial. Así que nos encontramos en el mismo año
de la Facultad. Estudiábamos y resolvíamos los problemas.
Los hacíamos todos y nos salían muy bien. Nos hicimos buenos
amigos. Coincidíamos en muchas cosas, afición por los coches,
mecánica, deportes, música... Al terminar, él fue
a doctorarse en Princeton en Topología Algebraica, más precisamente
en Cohomología de grupos. Yo estuve en Geometría Algebraica.
Años después me pasé a trabajar con él en
Representaciones y Cohomología. También escribimos libros
de texto. Últimamente estamos en Geometrías Finitas y grupos,
cosa que me gusta mucho. No sólo hemos conservado la amistad sino
que, con el trabajo y todas las demás actividades, ésta
se ha ido acrecentando constantemente. |
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